lunes, 7 de junio de 2010

La verdad del artista 3

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Michael Jackson y la naturaleza de los medios

Después de 40 años de constante maltrato y abuso de los medios corporativos y los vacíos y chismes de la cultura pop, Michael Jackson ha sido liberado para siempre. No se quebrantó y suicidó como tanto lo presagiaron los publicistas de la muerte, mantuvo grandes y fieles amistades (particularmente la de Marlon Brando), y resistió las múltiples acusaciones y persecuciones de quienes también endiosan a Madonna y juegan con la Spears y compañía.
La muerte de Jackson se da hasta ahora, pero como artista empezó cuando se encontró sólo y vacío a pesar de su prematura fama y extraordinaria riqueza. Años después de haber sido un títere de su padre, Pepsi y el establecimiento corporativo, Jackson pareció reaccionar y empezó a denunciar el maltrato infantil, su pasado perturbador y la indiferencia en el mundo. Jackson era demasiado filántropo porque cantaba muchas canciones sobre el planeta, y entonces la máquina que el mismo ayudó a construir lo convirtió en una bestia metamórfica de burlas y persecuciones que todavía atraviesan su ataúd de oro.

El precio que Jackson pagó por ser el rey del entretenimiento de una generación fue inmenso: los medios y productos que se enriquecieron con su talento, aprovecharon su fragilidad para maltratarlo y utilizarlo como el frankenstein de los canales de lavado cerebral. Michael Jackson no era un santo pero jamás fue la bestia que los medios construyeron en el entretenimiento de masas. En sus momentos más vulnerables dio la cara y se guardó el derecho a no darla cuando el mundo entero lo consideraba pederasta por la voz de los medios hipócritas que se financiaron con cada respiro que daba. Finalmente, la llamada "justicia más vieja del continente", lo absolvió y nunca dio razón completa al escándalo trillonario.

Michael Jackson ha sido liberado para siempre
Alrededor de Jackson se revela la verdadera cara de los medios amarillistas y los medios tradicionales. Son dos caras de la misma moneda, dos caras de una misma bestia, porque fueron todos los medios los que aprovecharon cualquier oportunidad de Jackson, para hacerla noticia y mantener sus ventas y ratings por lo alto. Y lo hacen todavía, en las primeras páginas de todos los diarios del mundo y lo harán cada aniversario, década, siglo, si permitimos que esa sea la información del futuro. Tampoco se salvan los individuos hipócritas que hoy por facebook y twitter y las redes sociales de moda lamentan su muerte pero se gozan esas historias de los canales y revistas sensacionalistas que crean íconos de adoración y manipulación.

Muere en ingratitud Michael Jackson porque nadie habla de su verdadero legado. Sus discos y su alianza con Quincy Jones, el valor musical de sus letras, su increíble y agresiva voz pero especialmente, su talento en escena y su capacidad para moverse como ningún hombre en el planeta. En persona, jamás sabremos quien realmente fue. Como artista, fue un genio que nunca se volverá a encontrar en nuestra forma de vida, pero como celebridad y personaje público, era la personificación de la doble cara de los medios y su facilidad para crear mitos.

La moraleja de Jackson Pan y su nunca jamás, es la de la cínica historia del mundo del entretenimiento y su papel en la manipulación y adormecimiento de las masas. A continuación, un mensaje en sus palabras para el mundo ingrato que recientemente abandonó.

de Andrés Serna
Globedia







Toda la Verdad en notas reveladoras...




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El Rey mutante

Pasados los fastos de su entierro, queda de Michael Jackson la figura del cyborg, tan orgánico como producto de la tecnología, un ser más allá del sexo y de la raza porque a una y otra categoría supo desafiar en múltiples transformaciones hasta convertir su cuerpo en una materia lábil que sólo puede completarse con su obra.

En su libro Cool Memories, un diario formado por ensayos rotos y mínimos, Jean Baudrillard viaja por la cultura del primer lustro de los ’80 para seguir el pulso de su tiempo, para tratar de hacer el libro más contemporáneo posible. En su elíptica captura de ese presente, Baudrillard se cruza a mitad de su camino con el Michael Jackson de Thriller y lo define con una cita del sociólogo Alain Soral: “Jackson es un mutante solitario, precursor de un mestizaje perfecto porque es universal, la nueva raza a partir de las razas, por así decirlo. Los niños de hoy no tienen un bloqueo en relación con una sociedad mestiza: éste es su universo, y Michael Jackson prefigura lo que ellos imaginan para un futuro ideal”. A esa idea nítida sobre una nueva forma de mestizaje cultural, Baudrillard agrega: “Michael se ha hecho rehacer el rostro, desrizar su cabello, aclarar la piel, o sea que se ha construido minuciosamente: esto es lo que lo convierte en un niño inocente y puro; el andrógino artificial de la fábula que, mejor que Cristo, puede reinar sobre el mundo y reconciliarlo, dado que es más que un niño dios: un niño prótesis, un embrión de todas las formas soñadas de mutación que nos liberarían de la raza y del sexo”. Unos años después, Baudrillard vuelve a invocar a Jackson para soltar la frase más contundente de su versión de las nuevas sensibilidades de los ’80, donde la política de la diferencia de la revolución sexual se volvía “juego de la indiferencia” de los sexos: “Todos somos transexuales. Así como todos somos mutantes biológicos en potencia, también somos transexuales en potencia. Y ni siquiera es una cuestión de biología. Todos somos simbólicamente transexuales”. La biografía de Jackson lo autorizaba a semejante afirmación, y es verdad que el Rey del Pop fue la quintaesencia de una nueva clase de monstruo que modeló la tecnología. El monstruo en que nos trasformamos todxs.
EL EXTRAÑO MUNDO DE JACKSON

En el comienzo de todo fue el espanto: Thriller fue catalizador de mutaciones y el principal afectado por su radiación fue Michael Jackson. Es verdad que todo comenzó en Jackson 5, en esa infancia corrompida por el pop donde el niño perdió la inocencia que trató de recuperar convertido en un andrógino Peter Pan que sueña desesperadamente la tierra del Nunca Jamás. Si bien es cierto, ese dato biográfico del niño estrella volcado a reconstruirse como ficción de la industria de la música es recién en Thriller donde adquiere mayor importancia, cuando su vida se transforma en una tecnoficción. Ese disco-Frankenstein no sólo cambió la historia de la música pop, con su híbrido de estilos del hard rock a la balada, pasando por el pop bailable, sino que, sobre todo, la revolución de Jackson se hizo cuerpo en el videoclip como forma de arte total, como juguete tecnológico ideal para la metamorfosis. Abrevando en la estética homoerótica de la película de terror adolescente de la década del ’50, en el video Thriller Jackson se transformaba en Gato Monstruo y en zombie, convertido en el rey del terror pop gracias a los efectos de maquillaje de las manos mágicas de Rick Baker, un cirujano-artista-plástico del cine, también creador de FX de Videodrome de David Cronenberg, una película sobre el cuerpo con prótesis de video. Y desde ese momento Michael Jackson fue un cyborg cronenbergiano, y se puede hacer una biografía de él a partir de sus videoclips, que absorbieron su existencia trocada en imagen táctil de su cuerpo. Su sexo no era masculino ni femenino, porque no era biológico, era tecnológico, tenía el sexo del cyborg, antes que Donna Haraway lo definiera en su manifiesto sociofeminista sobre la construcción de los géneros de 1991: “Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido maquinal y orgánico, una criatura de la realidad social tanto como una criatura de la ficción”. Jackson hizo del cuerpo su discurso, más que otrxs ídolos del pop/rock, porque era un cantante-bailarín de gracia felina, donde su paso más famoso, el moon walk, ponía en escena su doble direccionalidad característica: el paso fingía la mímica de caminar hacia adelante pero se deslizaba hacia atrás. Pero sobre todo Jackson fue un cuerpo mediado por la tecnología, donde se transformaba, videoclip mediante, en un ser extremadamente proteico: no era ni blanco ni negro, ni masculino ni femenino, ni joven ni viejo, ni atlético ni enfermo, ni humano ni animal, ni lindo ni feo y, sobre todo, ni bueno ni malo: al papel del delincuente juvenil que le gustaba interpretar en los videos se le superponía el inofensivo ángel de la luz asexuado. En la secuencia de la canción “Speed Demon” de su película Moonwalker (1988), Will Vinton lo convierte en muñeco de plastilina, dibujo animado, y cuando baila como humano está literalmente fuera de la ley: es que Jackson movía la pelvis con una ambigüedad insólita, su mano en la bragueta a veces parecía agarrar el paquete y a veces su dedo se hundía como si tuviese las dos gónadas del hermafrodita perfectx. En su otro videoclip célebre, Black or White (1991), fue el primero en usar el software morphing virando el rostro de personas de distintas razas y pigmentaciones, y convirtiéndose él mismo en pantera negra: su cuerpo de cyborg ya devenido software lo liberó de la identidad sexual y racial. Identidad deriva de idéntico, y Jackson, como buen mutante, nunca quiso ser igual.

CADAVER EXQUISITO

Si me permiten la expresión, Jackson fue claro desde el principio: al aceptar hacer el rol del Espantapájaros en The Wiz (1978), la remake del clásico camp El mago de Oz, sabía que su destino era ser un monstruo de cuento infantil, el freak domesticado, hogareño, que acompaña los sueños de una generación como el ET de Spielberg para el que compuso una canción. En Thriller quedó establecido, pero se subrayó en Ghosts (1997), un mediometraje dirigido por Stan Winston, quien junto a Rick Baker sería el artista de efecto de maquillaje más virtuoso del Hollywood fantástico. Ahí, con la tecnología digital, el cuerpo de Jackson dejó de ser analógico para explorar nuevas transformaciones virtuales: el rey del pop es ahora rey del píxel, fantasma en la máquina, materia incorpórea que atraviesa todos los cuerpos, como su voz, como ese falsete que lo hizo famoso, el más célebre de la historia de la música, que viaja a la velocidad de la ambigüedad, porque es un quejido de animal en celo con timbre humanoide andrógino. Si existen las reinas del grito del cine de terror, las scream queens, Jackson fue más que el rey del pop, el rey del falsete: la voz artificial fue su modulación predilecta hasta el punto de ser la canción de todxs. Cantar y bailar es falsearlo todo: lo natural queda fuera del cuerpo. En Cool Memories, Baudrillard escribía que “la música del walkman penetra en nuestro cuerpo como en un sueño”, Jackson fue ese sueño tecnológico que nos atravesó para siempre, que nos cambió nuestro cabezal natural por uno de género artificial indefinido. Al igual que Valentino fue al cine la apolínea figura que perturbó en los ’20 las concepciones sobre lo masculino y lo femenino, enloqueciendo a una generación con su erotismo visual indeterminado, Jackson fue el cyborg que hizo de la tecnología del video una estética desafiante. Y al igual que con Valentino, su funeral fue un evento monumental porque nos interpela sin discriminación: todxs somos sus viudxs tecnotransexuales. Pero ahora la tecnología voraz no para: la medicina forense sigue con sus técnicas necrófilas de autopsias donde dicen y se desdicen, porque la ambigüedad de Jackson no para ni post mortem. Eterno en su provocación, su cuerpo aún sigue siendo un discurso de signos en contradicción, para la interpretación latente, un Frankenstein semiológico que revive todo el tiempo: un moderno Prometeo secular que no necesita el fuego de los dioses para generar verdadera vida, sino que se despierta con cada clic mundano sobre un píxel monstruoso que hace pop.

Pagina 12.

Jamás se volverán a conocer estrellas
como Michael Jackson

Las herramientas que ofrece hoy internet hacen que existan miles de famosos con pequeños grupos de fans, lejos de ser grandes estrellas

La multimedialidad y la interactividad que existen actualmente en las redes sociales como Facebook y Twitter, y en páginas web como YouTube, además de las facilidades técnicas que ofrece un simple computador portátil, hacen que hoy casi que cualquiera pueda hacerse famoso grabando sus trabajos y publicitándolos en internet, de manera que se vaya cultivando un grupo de fans que soportan el trabajo de ese determinado artista. El periodista de The New York Times, David Segal, dice que no volveremos a conocer una estrella de la talla de Michael Jackson simplemente porque los tiempos son distintos y ahora la competencia de artistas es enorme.


Michael Jackson, fallecido a los 50 años en 2009. La fama es una de las múltiples facetas del ser humano y de los procesos que vive una sociedad, que han sido transformados por la inmediatez con la que la tecnología ha vestido a los medios de comunicación y por las herramientas que dominan hoy Internet.

El camino hacia la fama no era el mismo para un artista hace treinta años que lo que es hoy en día; en ese momento quien soñara con darse a conocer ante el mundo y con tener una audiencia que cantara sus canciones debía, además de contar con un gran talento, pasar por mucho antes de lograr que alguien lo oyera y decidiera darle la oportunidad de grabar o publicar algo para, si contaba con suerte, llegar a aparecer ante audiencias a través de los medios de comunicación e irse ganando sus fans paso a paso.

A propósito de la muerte de uno de los más grandes artistas de todos los tiempos, el rey del pop, Michael Jackson, y del espectáculo mediático que significó este hecho seguido por millones de personas en vivo a través de la televisión y de internet, el periodista David Segal reflexionó en un artículo en The New York Times sobre los cambios de la fama, concluyendo que el mundo jamás volverá a crear una figura como Jackson.

Al mencionar las imágenes de quienes observaron todo lo que siguió a la muerte del rey del pop, Segal se pregunta: “¿Cuándo volverá a suceder esto? ¿Cuándo volverá otra figura de la cultura pop a significar tanto para tantos de manera que la gente se sientan motivada a reunirse, bailar y abrazarse?”.

Marcas intocables

La decaída de las casas disqueras, por ejemplo, es una de las mayores muestras del drástico cambio que han sufrido las ventas y la forma de producir de los cantantes, debido a que ahora las personas quieren comprar canciones particulares en iTunes o en distintos sitios de internet, si no es que las descargan ilegal y gratuitamente con la ayuda de diversos programas que funcionan en la red.

Según explica Segal, el tributo que le hizo el mundo a Michael Jackson se debió, sin lugar a dudas, a su talento único en muchos aspectos, pero también a un tiempo determinado en la historia; “El nivel de fama que el señor Jackson alcanzó es casi imposible para los héroes de la cultura pop de hoy, y muy probablemente nunca será posible otra vez”.

Y es que el rey del pop ha vendido unos 100 millones de copias de su álbum de 1982 “Thriller” en todo el mundo, lo cual es una cifra que para quienes están en el negocio de la música actualmente podría sonar absurda.

Segal lo describe así: “Es una de esas marcas que nadie tocará porque las tiendas de discos se están desvaneciendo y, con ellas, los álbumes de mega hits se están desvaneciendo también”.

Artistas de una nueva era

Hay que decirlo, ser artista hoy es algo mucho más cercano de lo que lo era hace unas décadas, debido a las enormes posibilidades de auto difusión que ofrece internet a través de redes sociales como MySpace, Facebook y Twitter, de páginas web como YouTube y, en general, de herramientas multimediáticas e interactivas que permiten a cualquiera que tenga acceso a la red publicar sus videos, textos, imágenes, etc.

Además, hoy en día un artista no necesita enormes y costosos estudios de grabación ni tampoco expertos que estén a su disposición para grabar, sino que un simple computador portátil equipado con programas especiales proporciona enormes posibilidades para desarrollar el trabajo artístico.

Podría decirse entonces que la sociedad de la información y la tecnología han democratizado el mundo artístico dejando atrás los poderosos ídolos que movían enormes masas y que se contaban en los dedos de una mano debido al duro camino que habían tenido que recorrer para llegar a la fama, y a las excepcionales habilidades artísticas con que debían contar para desatar emociones como las que producía y produce la imagen Michael Jackson.


Tendencias21


El «Rey del Pop»


¿Qué puede escribir alguien sobre Michael Jackson que no se haya escrito ya? Probablemente nada, aunque el mero hecho de intentar recordarle en un día como el de hoy por lo que le hizo grande -su talento excepcional como artista- y no por los escándalos que saltan semanalmente a los tabloides puede ser un buen principio.


El 29 de agosto de 1958 nacía en Gary Indiana una estrella cuya misión iba a ser acercar el Rythm & Blues a los blancos y hacer que lo consumieran y asumieran como propio. El resto hasta su carrera en solitario es conocido por todos: un padre autoritario consigue hacer una banda histórica con sus hijos (Los Jackson's Five) y que abanderen la época dorada de la Motown a base de soul y R&B de una calidad impropia para sus edades.

A finales de los setenta, con los J5 a punto de estallar por guerras de egos internas, Jackson saltó del barco de forma prácticamente definitiva y, junto al productor Quincy Jones, creó su primer gran álbum en solitario: Off the Wall (1979). Vendió un buen puñado de discos, se hizo rey de pista en las discotecas de los incipientes años ochenta y preparó el mercado para lo que aún estaba por llegar.

A finales de 1982 presentó al mundo la obra por la que será siempre recordado: Thriller. Un disco producido también por Quincy Jones que, hoy en día sigue siendo, con muchísima diferencia, el disco más vendido de la historia con la friolera de 60 millones de discos "oficialmente" vendidos (existen datos que indican que llevaba distribuidas en 2007 más de 104 millones, pero no hay ningún censo oficial mundial de ventas que lo confirme). Fue 27 veces platino en Estados Unidos; consiguió discos de platino o diamantes en dieciséis países, entre ellos Gran Bretaña y Japón, y en febrero de 1984 recibió 8 premios Grammy.

Por aquel entonces, los grandes de la música hacían cola por hacer duetos con él. Hizo tres canciones con Paul McCartney ("Say, say say", "The Man" y "The girl is mine"), con quien se enfrentó poco después de por vida al comprar en solitario los derechos de los Beatles y dejar al ex del mítico grupo de Liverpool fuera de la tarta de beneficios que, todavía hoy, sigue siendo muy grande.

Freddie Mercury, Diana Ross, Mick Jagger o Stevie Wonder también han cantado con él. Y es que a Jackson siempre le gustó rodearse de los grandes. Martin Scorsese, Coppola, John Landis o Spielberg son algunos de los directores más famosos que han trabajado con él haciendo videoclips, esos pequeños cortos que tanto popularizó en los 80 y con los que abrió las puertas a artistas negros en la por aquel entonces "blanquísima" MTV.

Después sacó Bad (1987), hizo la mejor gira de la historia -el Bad Tour de 1988- y decidió romper con Quincy Jones para surcar nuevos universos musicales y experimentar. Sacó su película (Moonwalker, con escaso éxito de crítica ya que estaba destinada principalmente a sus fans más acérrimos) y tras un breve descanso se puso manos a la obra con Dangerous (1991) su último gran disco con permiso de HIStory I (1995).

A partir de ahí, los juicios donde se le acusaba de pederastia (el primero en 1993 y el último en 2005), las supuestas operaciones para modificar su faz y blanquear su piel, sus presuntas bancarrotas, sus apariciones en silla de rueda, con mascarilla, muy delgado, con peluca, poniendo en riesgo la vida de un bebé en un balcón... de todo, menos música para desgracia de los amantes de su arte.

En 2001 sacó el último disco de estudio (Invincible) que vendió 8 millones de copias (una cifra estupenda para Madonna, U2 y otros cantantes, pero no para alguien que no sabía lo que era vender menos de 20 millones de discos en los últimos 30 años). Peleas con Tommy Mottola (ex presidente de Sony), más juicios y, a día de hoy sólo sabemos que vive habitualmente en Las Vegas tras abandonar su ultrajado rancho Neverland.

Graba canciones para su próximo disco que -¿quién sabe?- puede ser el definitivo para su vuelta o para su ocaso. En el estudio ha estado con Will I Am, de Black Eyed Peas y con varios productores de moda de la escena estadounidense. No obstante, cabría preguntarse si estos tienen el talento necesario para trabajar con un genio de su talla porque, por mucha basura que le hayan echado encima, no lo olviden, hoy cumple medio siglo el mayor genio de la música contemporánea.

JAVIER PADILLA SEVILLA ABC de Sevilla

Extraido de : http://www.lacortedelreydelpop.com/verdad29.htm

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